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30/03/20 Covid-19

209.- La ventana indiscreta es una película estadounidense de 1954 dirigida por el mago del suspense Alfred Hitchcock. La brillante trama trata de cómo un fotógrafo, confinado temporalmente a una silla de ruedas, con la pierna escayolada, sospecha del extraño comportamiento de un vecino. Paradigma del talento del maestro Hitchcock de cómo contar una historia y mantener una intriga asombrosa sin moverse de una habitación y con un patio como único paisaje.

¿Por qué hago referencia a esta película?

Muy sencillo, porque desde el 13 de marzo de 2020 que estamos confinados en casa y cada día a las 20:00 horas nuestro balcón se convierte en la “ventana indiscreta” con un único paisaje, el patio de vecinos.

A esta hora todos salimos a las ventanas, pero no para espiar lo que sucede entre los vecinos, sino para aplaudir a todo el personal de los servicios sanitarios y de emergencias de nuestro país, por la inmensa labor que están ejerciendo estos días. Personalmente, cuando aplaudo, además de pensar en el colectivo sanitario pienso también en el personal de limpieza, empleados de supermercados, transportistas y en todos aquellos que siguen trabajando para que todo ”funcione”.

Me explico…

Por suerte o por desgracia, profesionalmente me ha tocado “lidiar” con proveedores chinos y estos ya me avisaron por allá el mes de enero que las cosas se estaban poniendo feas. Una nueva enfermedad llamada coronavirus había aparecido en una de sus provincias e irremediablemente conllevaría consecuencias para el resto.

Aquí estábamos muy tranquilos, incluso cuando vimos cómo en Italia empezaba a surgir el brote del COVID-19, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el coronavirus ya era oficialmente una pandemia global y que todos los países tenían que poner mucho de su parte para combatir el virus, ya que los niveles de propagación y gravedad eran alarmantes y también el nivel de inacción.

Yo seguía tranquilo, preocupado, pero tranquilo hasta que cogieron las riendas de esta situación nuestros políticos y cuerpos de seguridad estatales dejando de lado a las autonomías y sobre todo, dejando de lado a los que verdaderamente entienden, médicos y científicos.

No me quiero extender demasiado en estos políticos, en el estado y en el Rey, tampoco en toda la gente que salió por piernas hacia destinos menos infectados y menos aún en una comunidad europea que no sirve absolutamente para nada. Todos estos colectivos nos han demostrado, una vez más, que España es un país de pandereta, que la gente que les vota unos insensatos y que la unión europea es una quimera o mejor dicho, una farsa.

Por desgracia, para el coronavirus todavía no hay solución, pero la habrá. Dejemos que los científicos del mundo la busquen que la encontrarán, estoy seguro.

Para el resto también hay solución, solo me tengo que asomar a la “ventana indiscreta” y comprobar que hay esperanza. Esperanza en una gente, vecinos que no conozco de nada pero comprometidos con su gente y con su país, que si su actividad profesional no es esencial, se quedan en casa, y que si lo es, no socializan, solo van de casa al trabajo y viceversa. Es duro, pero así debe ser.

Tengámoslo en cuenta cuando llegue la hora de pedir responsabilidades de cómo han gestionado todo y estoy seguro que este virus, aparte de llevarse a muchos de nuestros seres queridos, también se llevará a toda esta panda de impresentables.

¡Que sirva para algo!

30/03/20 Covid-19 - Bonaigua - Trial